Por suerte, trabajo en una Escuela que comprende también las etapas de Parvulario y Primaria, en la cual hay también matriculados niños de una institución cercana (CRAE) y en algunas ocasiones en la parte de Escuela Infantil los tenemos como alumnos entre los 2-3 años. Así que me gustaría hacer una reflexión sobre los vínculos de apego de estos niños sobre los cuales he tenido experiencia.
Los primeros vínculos de apego son experiencias importantes para el desarrollo del niño
ya que en ese momento se puede apreciar diferencias importantes en función del grado
de confianza que se establezca con esos primeros vínculos. Por ejemplo, podríamos
recordar los primeros estudios de Bowlby sobre el apego en niños institucionalizados,
donde el autor concluye que estos niños acaban teniendo dificultades en formar y
mantener relaciones cercanas por la fuerte carencia de apego con sus madres, al igual
que se comenta en la entrevista realizada que, cuando las estancias de los niños en las
instituciones se prolonga, se empieza a notar en ellos la necesidad de una familia y de
una mayor estabilidad afectiva y emocional.
Se puede tener una o más figuras de apego, aunque el niño siempre acabará
demostrando la preferencia por alguno de esos vínculos afectivos en ciertos momentos,
es decir, el mismo niño tendrá un orden jerárquico de sus figuras de apego por preferencia
o por las vivencias con cada uno de ellos. Siempre es deseable que el niño no se haga
dependiente de una sola persona, sobretodo en lo que refiere a los niños
institucionalizados, ya que sus estancias suelen ser medidas provisionales hasta que se
encuentra una solución para ellos (familias de acogida, adopciones, etc.). Así que en
cierta medida, es inevitable que el niño se apegue más a un educador del centro que a
otros, es deseable para que ellos tengan un punto de referencia en sus vidas, aunque
este tipo de apego solo es un apego de transición donde lo más importante es no
fomentar la dependencia del niño hacia ese adulto, ya que como hemos dicho antes, es
solo una situación provisional en la mayoría de los casos.
ya que en ese momento se puede apreciar diferencias importantes en función del grado
de confianza que se establezca con esos primeros vínculos. Por ejemplo, podríamos
recordar los primeros estudios de Bowlby sobre el apego en niños institucionalizados,
donde el autor concluye que estos niños acaban teniendo dificultades en formar y
mantener relaciones cercanas por la fuerte carencia de apego con sus madres, al igual
que se comenta en la entrevista realizada que, cuando las estancias de los niños en las
instituciones se prolonga, se empieza a notar en ellos la necesidad de una familia y de
una mayor estabilidad afectiva y emocional.
Se puede tener una o más figuras de apego, aunque el niño siempre acabará
demostrando la preferencia por alguno de esos vínculos afectivos en ciertos momentos,
es decir, el mismo niño tendrá un orden jerárquico de sus figuras de apego por preferencia
o por las vivencias con cada uno de ellos. Siempre es deseable que el niño no se haga
dependiente de una sola persona, sobretodo en lo que refiere a los niños
institucionalizados, ya que sus estancias suelen ser medidas provisionales hasta que se
encuentra una solución para ellos (familias de acogida, adopciones, etc.). Así que en
cierta medida, es inevitable que el niño se apegue más a un educador del centro que a
otros, es deseable para que ellos tengan un punto de referencia en sus vidas, aunque
este tipo de apego solo es un apego de transición donde lo más importante es no
fomentar la dependencia del niño hacia ese adulto, ya que como hemos dicho antes, es
solo una situación provisional en la mayoría de los casos.
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